BATALLANDO CONTRA NUESTRA CARNE

1 Pedro 4:1-5
Muchas veces pensamos que como humanos que somos no le podemos hacer frente al pecado y sucumbimos fácilmente ante el, dejándonos llevar por el entorno social ( trabajo, estudios, amistades, etc) para deleitar a nuestra carne en sus deseos engañosos y por lo consiguiente caer en reiterados pecados que fluyen de nuestra concupiscencia (deseos carnales).
La escritura nos muestra que Nuestro Señor Jesucristo padeció por nosotros en la carne, recalcando que por su naturaleza humana que había adquirido por haber nacido de María, también estaba expuesto a sus deseos engañosos; pero Él nunca pecó y venció al pecado en la carne(Hebreos 4:15). He tratado de explicar que Jesucristo no sólo tenía la naturaleza Divina por haber sido concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, sino que también tenía la humana; esto lo aclaro para no caer en la idea equivocada que se tiene de decir que Jesucristo nunca pecó porque era Dios. Lo cierto es que Él venció al pecado en la carne.
En el versículo 1 y 2 del texto citado se nos dice que debemos armarnos de este mismo pensamiento para no vivir conforme a nuesta concupiscencia, sino conforme a la voluntad de Dios. ¿Difícil? ¡sí! pero esa es la consigna: el luchar contra los deseos carnales que batallan contra nuestra alma (1 Pedro 2:11).
Desde que fuimos engrendados por nuestros padres obtuvimos la naturaleza humana, pero cuando hemos venido a Cristo hemos adquirido también la naturaleza Divina al haber sido sellados por el Espíritu Santo (Efesios 1:13), por lo tanto estamos provistos de ayuda Divina para no dar rienda suelta a nuestra carne (Gálatas 5:16-17), pero es necesario recalcar algo: debemos buscar ayuda de Dios y no apoyarnos en nuestra propia prudencia (Proverbios 3:5).
La lucha contra nuestra tendencia pecaminosa (deseos carnales - concupiscencias) será diaria hasta que Cristo nos arrebate a su presencia ( 1 Corintios 15: 51 -54), recién allí este cuerpo corruptible se transformará en un cuerpo incorruptible, sin tendencia a lo pecaminoso; pero mientras estamos en la tierra debemos pelear la buena batalla de la fe y declarar que somos más que victoriosos en Cristo y que con la ayuda del Señor podemos decirle ¡NO! al pecado.
Las razones por la cual muchas veces se satisface los deseos carnales es por la influencia del entorno en el que nos desenvolvemos (1 Juan 2:16) : una invitación de una amiga a una fiesta juvenil mundana, unas copas en el cumpleaños de un antiguo amigo, observar videos pornográficos por presión de grupo, etc), todo esto hace que el pecado se enseñorée de nuestra carne y nos gobierne; por eso en el versículo 3 y 4 , las escrituras nos dicen que ya basta el tiempo de haber hecho lo que agrada a la gente que no conoce a Dios, habiendo hechas cosas desagradables a los ojos del Señor y que ahora a ellos (los inconversos) les parece cosa extraña que ya no hagamos las perversidades que hacíamos antes. Nosotros sabemos que ahora Jesús habita en nuestro ser y nos ayuda a no vivir descarriadamente y debemos decírselo a ellos y si se mofan, gran problema de ellos, porque dice la Palabra del Señor en el versículo 5 que ellos darán cuenta al que juzga a los vivos y a los muertos.
Mientras estemos en este cuerpo debemos buscar más del Señor para no darle cabida a los deseos carnales ( Romanos 13:14 ) y por medio del Espíritu que ahora habita en nosotros, hacer morir las obras de la carne ( Romanos 8: 13 ).
Como buenos soldados de Jesucristo sigamos adelante andando conforme a lo voluntad de Dios, agradándole en todo y diciéndole ¡NO! a nuestra concupiscencia.
¡Dios te bendiga!

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