CUIDANDO NUESTRO CORAZÓN

Jeremías 17: 9 -10

Cada vez que cometemos algo desagradable a los ojos de Dios y el sentimiento de culpabilidad nos embarga ... nos preguntamos a nosotros mismos ¿Qué nos pasó? y tratamos de dar una respuesta y hallamos dificultad para respondernos, porque no sabemos cómo accedimos a algo que le desagrada al ser que tanto amamos, es decir a nuestro Dios.

El apóstol Pablo también experimentó esto en su vida; en Romanos 7:15 - 16 , expresaba su disconformidad con lo que hacía y no comprendía por qué lo hacía y halló una respuesta: que lo malo que hacía era producto del pecado que moraba en él, pero la pregunta es ¿De dónde nace el querer hacer lo malo en nosotros?, Jesús dio respuesta cuando enseñó a sus discípulos que el comer con las manos sin lavar no contaminaba al hombre, sino lo que salía del corazón del hombre (Mateo 15: 18 - 20); eso nos enseña que toda tendencia pecaminosa tiene un inicio y ese se da en el corazón y al hablar de nuestro corazón estamos refiriéndonos a nuestra alma y no al órgano interno que tenemos en nuestro cuerpo.

Por eso en el libro de Jeremías, en el versículo 9 del texto citado, se nos dice que el corazón es engañoso y perverso, porque es allí donde comienza el camino hacia lo que desagrada a Dios.

Nuestro Hacedor desea de nosotros un corazón limpio, lleno de amor y agradecimiento hacia Él. Proverbios 4: 23, nos dice que sobre toda cosa guardada, debemos guardar nuestro corazón, porque de allí mana la vida. Ahora nos preguntaremos ¿Cómo podemos guardar nuestro corazón?, a continuación presentaré unos enfoques bíblicos que nos ayudarán a cuidar nuestro corazón.

* Amemos a Dios con todo nuestro corazón, de toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas ( Deuteronomio 6: 5 -6). La expresión amar a Dios con todo nuestro corazón conlleva a tenerlo siempre presente en cada actuar, sea la situación que sea tenemos que tenerlo presente a Él ( Colosenses 3:23). Muchas veces sólo consideramos a Dios en los momentos difíciles y en los momentos felices lo dejamos de lado; allí descuidamos el cuidado de nuestro corazón.

* Guardemos la Palabra de Dios en nuestro corazón (Salmos: 119: 9 - 11). El guardar la Palabra en nuestro corazón es tenerla presente en nuestro caminar diario, no atesorándola en folletos, ni aprendiendo citas bíblicas de memoria; sino viviéndola, siendo hacedores de ella.

* Cuidemos nuestro hablar ( Salmos 37: 30 - 31). El hablar sabiamente en el Señor, nos permitirá no darle cabida a nuestro corazón a inclinarse a lo malo.

* Alabemos a nuestro Dios (Salmos 108: 1, Efesios 5:19, Colosenses 3:16) . El disponer nuestro corazón para alabar a Dios, es una de las acciones necesarias en nuestra vida. Esto debe ser diario y no solamente en los cultos de nuestra congregación.

* Mantengamos un corazón sencillo con el pueblo del Señor (Hechos 2:46). Mantenernos en comunión; sin rencillas, ni rencores con nuestros hermanos en Cristo, nos permitirá mantener nuestro corazón limpio y sencillo, sin soberbia ni altivez. Debemos amar a todos nuestros hermanos por igual, sin acepción de personas.

* Busquemos a Dios con todo nuestro corazón en oración ( Jeremías 29: 12 -13, Salmos 69:32). Orar es algo fundamental en la vida cristiana, es tan necesario como el respirar para que nuestro corazón (órgano interno de nuestro cuerpo) dé latidos. Así mismo un corazón vivo con el fuego del Señor, es un corazón de contínua oración a Dios.

* No confiemos en nuestras propias fuerzas (Proverbios 3:5). Creer que somos autosuficientes y que nuestra madurez espiritual nos hace estar firme, es un gran error en el cristiano; debemos reconocer que el mantenernos en el camino se debe a la gracia y misericordia de Dios. Debemos apoyarnos en Él y no en nuestra propia prudencia.

La preocupación nuestra debe ser cuidar que nuestro corazón no se incline a lo malo y allí se inicie el camino al pecado, sabiendo que Dios es el que escudriña nuestro corazón y nuestra mente, para dar a cada uno según su caminar (versículo 10 del texto citado).

Si hemos estado guardando nuestro corazón, démosle ¡Gloria al Señor!; pero si no lo hemos estado haciendo comencemos a purificar nuestros corazones para la Gloria de Él.

¡Dios los bendiga!