¡BIENAVENTURADOS!

Lucas 11:27-28


Saliendo por el camino cierto hombre encontró una plantita que tenía hermosas flores y lo primero que pensó fue en coger semilla de ella para sembrarla en su jardín y así lo hizo. Al cabo de un corto tiempo la plantita se hacía notar por las personas que pasaban por allí; ellos se quedaban asombrados por la belleza que irradiaba sus preciosas flores.
Como es lógico, este hombre se sentía muy feliz y orgulloso de tener en su jardín tanta belleza y lo regaba y cuidaba como si se tratara de algo sumamente valioso para él.
Si Usted hubiese sido este hombre : ¿Qué hubiese hecho al ver estas preciosas flores en el camino?
Un día que Jesús daba enseñanzas a la multitud, hubo alguien que a gran voz gritó: ¡Bienaventurado el vientre que te trajo y los senos que mamaste! (lo dijo refiriéndose por lo dichosa y feliz que debería sentirse María , la madre de Jesús), pero él le contestó: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.
En ese momento Jesús quería enseñarle a esa mujer y a la multitud, que la verdadera dicha y felicidad la encontraban aquellos que oían la palabra de Dios y la atesoraban en su corazón ( Ahora quizás me entienda lo del jardín). Lo que va a adornar su vida y hacerlo realmente feliz es la dicha y gozo que va a causar en usted guardar y atesorar en su corazón la preciosa palabra de Dios, la cual va a dar fruto en su vida cambiando y renovando en todo momento su diario vivir, siendo admirado por las personas que lo rodean.
El admirar la belleza de la plantita con bellas flores es lo que casi todos hacemos al encontarnos en una situación así, pero son pocos los que realmente considerarían sacar de ella sus semillas y sembrarlas en su jardín. Por eso el Apóstol Santiago fue claro en decir que no solo debemos ser oidores de la palabra, sino hacedores de ella (Santiago 1:22), creo que en otras frases lo que quería decirnos es que debemos ponerla por obra; es decir ejercitarnos en la práctica de la palabra y no solo en pura admiración momentánea.
Muchas veces escuchamos la palabra que viene directo a nuestras vidas y nos sentimos felices de haber escuchado a Dios hablando a nosotros mismos, pero con el paso del tiempo nos damos cuenta que esa palabra que escuchamos se ha desvanecido y tratamos de buscar una explicación a eso y casi siempre no le encontramos respuesta . Un atleta para estar en forma debe realizar constantemente ejercicios, un cantante exitoso tiene que ensayar bastante para mantener una buena voz y entonación y un cristiano que quiere vivir feliz (bienaventurado) debe practicar la palabra de Dios. Santiago escribió en su epístola, que el que no es oidor olvidadizo, sino que es hacedor de la palabra, será bienaventurado en lo que hace (Santiago 1:25) y esto lo vamos a ir experimentando conforme pongamos por obra la palabra de Dios que llega a nuestras vidas.
Es tiempo que meditemos en nuestras vidas y comencemos a sembrar la preciosa palabra de Dios en nuestros corazones, cuidándola al igual como hizo este hombre al tener la plantita con hermosas flores en su jardín. Veremos luego que los que nos rodean se admirarán de ver lo que produce la palabra de Dios en nuestro corazón, al igual como las personas que veían a la plantita con sus lindas flores .
¡DIOS LOS BENDIGA!